
“The untamed is hard to explain” (“Lo indómito es difícil de explicar”). Así comienza la nueva campaña de Wine of Chile presentada en Prowein, una de las ferias de vinos más importantes del mundo. Y es cierto, lo indómito es difícil de explicar, pero lo que resulta más difícil de entender es cómo se puede representar al vino chileno con un video que, más que capturar la esencia de nuestra industria, o de la calidad de nuestros vinos, parece un collage de estereotipos deslavados y referencias vacías.
La pieza audiovisual sigue con la imagen de un huaso de salón a caballo entre parras, una postal artificial que poco tiene que ver con la realidad del vino chileno. Luego aparecen caballos sin montura corriendo libres, perseguidos por una jinete rubia en la Patagonia, como si esto fuese una campana de la tienda de ropa de moda en lugar de una representación genuina de nuestra vitivinicultura. ¿Qué intenta comunicar esta escena? ¿Que el vino chileno es indomable, o que estamos en constante persecución de una identidad que se nos escapa de las manos?
A medida que el video avanza, la desconexión con la industria se hace aún más evidente. Imágenes de un surfista de ojos azules, un pescador con una centolla en las manos, modelos envueltos en ponchos de alpaca y paisajes majestuosos donde ni una sola vid crece, los cuales se intercalan con una música genérica que bien podría sonar en un comercial de aerolíneas o de una marca de la lechera de “magia del sur”. Y en medio de esta sucesión de postales sin identidad, una copa de vino blanco aparece fugazmente, casi como un detalle secundario.
Luego, la voz en off nos dice que "lo indómito se puede tocar, escuchar, ver, pero no se puede contener, y solo el vino chileno te da la chance de estar cerca para descubrirlo". Pero a estas alturas, lo único que queda claro es que esta campaña no representa a nuestra industria ni a los productores que cada día trabajan por llevar el vino chileno a los más altos estándares.
En lugar de aprovechar esta plataforma para mostrar la diversidad, calidad y autenticidad de nuestros vinos, se optó por una narración superficial que perpetúa la imagen de Chile como un destino exótico y remoto, en lugar de un país con una historia vitivinícola rica, con valles que han dado vida a viñedos centenarios y a pequeños productores que trabajan con identidad y pasión.
Si Chile quiere posicionarse como un referente mundial en la industria del vino, necesita dejar atrás las campañas de imágenes vacías y comenzar a comunicar lo que realmente nos hace grandes: la seriedad de nuestra industria, la calidad de nuestros vinos y la historia de quienes los crean. Porque el vino chileno no necesita ser "indómito" para ser extraordinario. Solo necesita ser contado de la manera correcta.